
- Publicado por El Sol Digital el 9 junio , 2020. ver publicación original.
Vicente Almenara.- Pablo Romeo Madriñán está al frente de Smile, una consultora que ayuda al empresario a multiplicar la productividad de su empresa y generar una actitud de todos los colaboradores orientada a los resultados. No es fácil, todos creemos que hacemos las cosas bien y, además, así ha sido durante años, ¿por qué prescindir, entonces, de la rutina? Pero, claro, también influye la cultura del país, el tipo de empresa, hábitos como el presentismo… En esta entrevista, descubrimos algunas claves de por qué algunas empresas no van bien.
Hay una parte importante de la gestión de la empresa que trata de la productividad, la productividad es un palabro que institucionalmente se asocia al número de horas trabajadas, se habla de la falta o ausencia de productividad, del ausentismo en el trabajo, pero la productividad realmente no tiene nada que ver con eso, es un término que hace referencia a la parte efectiva del trabajo para conseguir resultados. No muchas horas de trabajo significan muy buen resultado, el trabajo que desarrolla Smile Consultores que es mi empresa y yo, pues ayuda a los empresarios a identificar dónde debe sentar el coco, en qué actividad y en qué acciones debe enfocar su plan de acción, su plan de trabajo, y conseguir mejores resultados. Porque en cuanto dejamos de hacer cosas que son rutinarias, realmente no sabemos si aportan demasiado valor o si las que hacemos es porque estamos acostumbrados a hacerlas de años y años, pues en ese momento empiezan a aflorar mejores resultados y siempre se transforman en una mejora en la curva de explotación y una mejora en el clima laboral, porque las personas se encuentran siempre mucho más a gusto cuando hacen algo que tiene relevancia o que tiene consecuencias. Y, en cambio, la gente muy infeliz se da cuenta que está haciendo un trabajo rutinario, bochornoso, y que no aporta nada, simplemente se hace porque siempre se ha hecho así. Mi trabajo consiste, precisamente, en hacer ver la diferencia entre el antes y el después a través de una metodología.
¿Tiene algo que ver también la productividad con los caracteres nacionales? ¿La productividad de los Estados Unidos de Norteamérica es la misma que la española o la japonesa?
Sí, en todos lados. Lo que pasa es que hay un factor cultural o ambiental y es que los protestantes, los calvinistas, son gente que entiende mucho mejor el concepto de productividad que los hispanos, que somos un poco más dados al aquí te pillo aquí te mato, a la improvisación, somos fantásticos improvisando, los españoles, los hispanos en general, somos muy buenos improvisando, pero eso no ayuda mentalmente y culturalmente a trabajar con las mismas armas que tienen los del norte, que son gente que está muy preparada espiritual y mentalmente para entender y trabajar con la productividad como un concepto completamente normal y propio. Los españoles lo tenemos más complicado.
¿Y el sistema político y económico no influye también en la asunción de la productividad de una determinada manera por la población?
La verdad que nunca me he puesto ni siquiera a pensarlo. Creo que todo lo que es cultural influye en la política, está todo vinculado.
Los estilos de dirección son distintos según también las personalidades de quienes están en las pirámides jerárquicas de las empresas, esto también tendrá algo que ver con la productividad ¿no?
Por supuesto. La productividad siempre es un fenómeno que se impulsa desde arriba hacia abajo en el mundo de la empresa. Si la gerencia, el gerente, los accionistas, los socios, no desean entrar en ese camino pues, desde luego, los trabajadores o los mandos intermedios no van a ser capaces de conseguir cambiar nada, porque se trata de un enfoque hacia el resultado y poner a toda la organización trabajando para ese resultado, pero de una manera seria y metodológica, o sea, más científica. Las ideas buenas las tenemos todos, lo difícil es poner las cosas en acción, hacer las cosas necesarias para que esas ideas se conviertan en resultados.
Y el presentismo, que parece que es otro de los males que aquejan a la economía nacional.
Pues sí, precisamente el presentismo es la identificación de la productividad para España. Si yo trabajo 16 horas al día soy un hacha, pero realmente no es así. No el más presentista es el más eficaz. Muchas veces hay gente que trabaja mucho menos y tiene muy mala cartera o muy mala prensa dentro de la organización pero es mucho más efectivo porque consigue mejores resultados y, al final, se trata de eso, en el mundo de la empresa lo que vale es el beneficio y el resultado económico y también el de responsabilidad frente a la sociedad, y eso se consigue cuando hacemos las cosas bien, conseguimos buenos resultados, tenemos a los trabajadores contentos y pagamos muchos impuestos.
¿No es llamativo que los sindicatos no aboguen por una nueva cultura del trabajo en la que la productividad sea importante?
Creo que los sindicatos están un poco perdidos, están en sus historias, en su supervivencia y no creo que estén muy preocupados realmente de cambiar un modelo que sería mucho mejor para todo el mundo. Lo he dicho ya varias veces, la consecuencia directa de la mejora de la productividad en las organizaciones es una mejora radical en el estilo de vida de los trabajadores y en la salud empresarial, laboral. Todo el mundo dice que los de Google tienen toboganes y espacios para relajarse y tal y cual. Claro, esos lo han conseguido porque si tú hablas con un trabajador de Google está francamente motivado y contento de los resultados que está consiguiendo y esa persona es feliz. El clima laboral tiene mucho que ver con la productividad.
¿Y cómo es una sesión con un cliente?, ¿por dónde empiezas?
Pues siempre empezamos por un programa, un estructurado en el que se trabaja a través de una serie de reflexiones, normalmente se hacen grupos de cuatro empresarios porque es mucho más enriquecedor, unos aprenden de otros y las buenas prácticas siempre se comparten, se hace un poco de networking. Entonces, lo primero es una reflexión sobre unos temas que son muy importantes, el tiempo y cómo lo estoy utilizando, para qué me sirve; segundo, las prioridades, cómo las estoy enfocando, cómo las asumo y cómo me organizo con ellas. Son unos bloques de los que todos algo conocemos y que todos hemos escuchado y pensado alguna vez, lo que pasa es que nadie nos ha enseñado un método para pasar de la reflexión a la toma de decisiones. Mis programas son una especie de entrenamiento de ser empresario, que muchas empresas no han recibido, porque realmente el empresario español es una persona que tiene cuatro trabajadores y que se ha hecho a sí mismo empezando desde abajo, o trabajó en otra empresa en esta especialidad y abrió su empresa. Entonces yo lo que hago es que les enseño a traspasar el mundo de las emociones y pasar a la acción, lo que se considera el cambio de actitud, el cambio en la empresa, y empiezo a enfocar de una manera distinta la actividad, hago cosas de diferente manera y consigo mejores resultados porque estoy haciendo algo con sentido común, ese es el principio.
¿Crees que va a cambiar algo nuestra actitud precisamente después de esta pandemia?
Sí, pero por algo obvio, las empresas cada vez tienen que ser más flexibles y competitivas, y si siguen haciendo lo mismo de siempre no van a conseguir nada de esto. La competitividad de una empresa se consigue por conseguir fabricar o ofrecer el servicio con menor coste, y esto depende de la productividad, no de otros factores. Los chinos y los japoneses son más productivos que los europeos porque tienen una disciplina social y están entrenados para ser productivos. Nosotros tenemos que aprender eso, porque para competir con el vecino y para sobrevivir necesitamos flexibilidad, competitividad o productividad, todos estos factores son determinantes en el éxito de las empresas y en el futuro, pero no por el coronavirus, sino porque es la ley de vida, la ley del más fuerte. El que no progresa y no se adapta a los paradigmas cambiantes no es capaz de ganar a la competencia y, al final, termina cerrando.
¿Entonces podríamos decir que hoy aquellas empresas más competitivas son las que tienen más claro el concepto de productividad?, ¿o habría otras razones que no hemos barajado, que influyen decisivamente también en que unas empresas estén en un escalón del ranking y otras en otro?
Pues sí, hay muchos factores. Lo que pasa es que, bueno, yo estoy hablando del principio, productividad, competitividad, actitud, lo que tiene la empresa son personas que están capacitadas y tienen la formación adecuada para conseguir lo que quieren, lo que trabajo es la actitud, que las personas realmente quieran ejecutar las acciones teniendo el adiestramiento y los conocimientos para hacerlo, pero luego están los sistemas y hay unas empresas y otras empresas. Por ejemplo, comparando el pequeño comercio con las multinacionales o las franquicias, pues unos están muy poco preparados porque no se han preparado en los sistemas y procedimientos, en la base, en los fundamentos de cómo hay que trabajar y cómo hay que ejecutar el trabajo. En cambio, las multinacionales, las franquicias, ese tipo de empresas lo han desarrollado, han invertido en ello y tienen unos procedimientos. Es mucho más fácil ejecutar las acciones así y conseguir resultados, ese es un factor también importante, aparte de la productividad.
Aquellos empresarios que no tienen a nadie más por encima, es decir, aquellos que no tienen accionistas, por ejemplo, que no tienen un consejo de administración que les supervisa, ¿rinden menos que aquellos que sí tienen alguien más arriba?
Bueno, cuando empezamos con una empresa o un grupo de empresarios empezamos por programas estructurados, pero el siguiente paso es ya el acompañamiento al gerente, es el trabajo que tú dices, nosotros nos convertimos de hecho en el jefe del empresario a tiempo parcial, durante el tiempo que estime el empresario, pero somos un poco pepito grillo o el que le da collejas al empresario y dice oye tú tienes tus objetivos, has dicho que vas a conseguir esto, tienes que ejecutar este plan de acción y no lo estás haciendo. Entonces a todo el mundo le hace falta alguien que le vigile, porque somos muy dados a la relajación y a la comodidad.