Hablando con un cliente sobre un programa de mentoring que inicia ahora, me pregunta sobre dos asuntos fundamentales: el liderazgo y la productividad y su relación con el éxito de su empresa.
Yo se lo he explicado haciendo una proyección de la pirámide de Maslow por su vértice superior. Hablando siempre desde el punto de vista de una empresa como la organización de recursos para conseguir determinado resultado ofreciendo productos o servicios, hay una serie de necesidades que se deben ir cubriendo para alcanzar el llamado éxito, que no suele ser una casualidad.
¿Porqué si mi producto se vende muy bien? es la pregunta más habitual. Muy fácil: como estamos hablando de producir, también estamos hablando de hacer. Por lo tanto el éxito empresarial pasa por dominar el arte de hacer, más en concreto, hacer las cosas correctas de forma correcta.
¿Es tan difícil hacer?
Pues resulta que sí, que es más fácil no hacer o hacer cosas sin transcendencia. Estamos hablando de conseguir resultados haciendo las cosas correctas.
De hecho, aunque muchos quieran mirar a otra parte, el gran fracaso del emprendimiento en nuestro país se debe a que los nuevos empresarios hacen mucho, pero sin consecuencias. NO hacen las cosas correctas, correctamente.
¡Vaya! ya me he repetido varias veces con lo de las cosas correctas y hacerlas correctamente, pero es que resulta que esta es la definición de liderazgo y la de éxito: hacer correctamente las cosas correctas.
Entonces, retomando la pirámide, encontramos en primer lugar a un empresario que hace muchas cosas muy bien, pues ya sabemos que sus productos se venden solos, pero tiene algunas carencias relacionadas con la organización de su agenda y de su equipo: trabaja muchas horas y le cuesta delegar. También, aunque no me lo ha dicho, el negocio va bien, pero piensa que podría ir como un tiro.
¿Te suena?
Utilizando el sentido común, el menos común de los sentidos, la primera necesidad del empresario es aprender a gestionar un tiempo muy valioso, de ello depende que las acciones vayan encaminadas a conseguir los objetivos previstos e ir en la dirección correcta. Todos tenemos algo de autodidactas, pero deberíamos pensar, si la base del éxito es hacer, ¿porqué no dedicamos NINGUN recurso a mejorar esta capacidad? La planificación personal es una de las grandes carencias del empresariado y la razón es muy simple: todos creemos que ya hacemos lo mejor que podemos.
Estamos hablando de productividad: conseguir mejores resultados en el mismo tiempo o conseguir los mismos resultados en menos tiempo. En ambos casos estaremos maximizando el valor añadido del recurso tiempo, o lo que es lo mismo: desarrollando el recurso más escaso y el más determinante para alcanzar la excelencia.
Y también, si lo hacemos bien, con la mejora de la calidad de vida del empresario y de su equipo. ¿Verdad que todos pensamos que con un buen equipo se pueden conseguir buenos resultados?
Por lo tanto, la primera necesidad y la más básica es que el empresario sea capaz de dominar el arte de la productividad personal, porque luego toca tirar del equipo y hay que desarrollar la segunda necesidad: conseguir que todos trabajen con los mismos criterios de productividad personal efectiva, conseguir mejores resultados, trabajando mejor.
¿Cómo se desarrolla la productividad? con un método que ayude a fijar las acciones de manera inteligente, racionalizando su efecto sobre los resultados. A continuación, priorizando de forma consciente esas acciones. Luego midiendo el desempeño, la consecución de esas acciones. También entendiendo la planificación personal como parte del proceso de conseguir los resultados e identificando como logros la realización de esas acciones.
Acabo de explicar como es, en pocas palabras, el método 3pm® de planificación, un sistema que busca desarrollar constancia en algunas acciones concretas de manera consciente y, de paso, motivación personal y, de paso, actitud positiva ante los retos. Un método que funciona porque desarrolla hacer, poder y ser, y no una forma más o menos eficaz de ordenar tareas.
Si conseguimos que el empresario mejore su productividad personal, ayudará a su equipo a hacerlo. La mejora de la productividad en una empresa es un síntoma de trabajo bien hecho, eso sucede cuando hay una conciencia de contribución personal a los resultados. Esta afirmación resulta un poco chocante en un contexto en el que la productividad se asocia exclusivamente a horas trabajadas y absentismo ¿y los resultados dónde se quedan?
¿No habíamos afirmado que hacer las cosas correctas correctamente es la definición de liderazgo?
Pues eso es: una vez que el empresario sabe manejar su tiempo de una manera efectiva y es capaz de transmitir de forma sistemática a su equipo esta habilidad, ya hemos pasado en la pirámide al siguiente escalón: estamos desarrollando una necesidad que hemos definido como liderazgo personal.
Esta habilidad, o necesidad en la pirámide de Maslow, consiste en desarrollar dos capacidades esenciales, además de la productividad: son la delegación y la comunicación interna y externa. Pero esto también se consigue con método y planificación, también con un poco de entrenamiento práctico.
Un empresario que ha llegado hasta este nivel está seguro de lo que debe hacer y como debe hacerlo, define retos personales y ayuda a su equipo a fijarse retos, lo que asegura que todos remen en la misma dirección y con energía, que proviene de haber conseguido que las personas del equipo trabajen con objetivos y retos personales más que con instrucciones y vigilancia continua. Esta fase se centra en premiar la automotivación, la creatividad y la contribución a los resultados, pues el liderazgo personal tiene mucho que ver con ser ejemplo y guía, mentor y entrenador.
Resumiendo: si el empresario y su equipo son capaces de trabajar correctamente en lo correcto, estamos ante una empresa que ha aprendido el secreto de la productividad empresarial: se trabaja con la vista puesta en el resultado, generando más valor en cada acción y a un menor coste.
El siguiente desarrollo, la cúspide de la pirámide, está reservada para aquellos que han logrado rodearse de personas capaces de empujar, de alcanzar sus retos, de comunicar de forma efectiva al resto del grupo, a clientes y proveedores, de delegar en todos los sentidos, de planificar y conseguir de forma rutinaria logros, de reservar un espacio para la creatividad, de crear valor y porqué no, de divertirse trabajando.
Y una empresa que tiene este tipo de personas lo tiene fácil, porque habíamos dicho al principio que el producto se vendía solo. La cantidad de veces que hay un buen producto o servicio y la empresa no ha sido capaz de convertirse en líder, en referente del mercado porque no se le prestó atención a las necesidades de desarrollo personal y profesional de las personas.
O sea: sin productividad no hay éxito, no se puede empezar la casa por el tejado.
¿Cuál es tu experiencia al respecto?
Pablo Romeo. Mentor 3pm. Director smileconsultores