Lo común hoy es aceptar cualquier negocio «porque tal y como está el mercado…»
La realidad es que esa justificación, que nos creemos sinceramente, esconde un verdad oculta: no tenemos criterios de decisión, «líneas rojas» que nos permitan aceptar o rechazar una propuesta, una reducción de presupuesto, una modificación de nuestra tarifa o minutas…
Y eso es un problema. Es un problemón.
Cuando aceptamos trabajos, obras, prestación de servicios por debajo de nuestra línea roja, solo estamos contribuyendo a nuestra propia destrucción como empresa, pues nadie aguanta demasiadas piedras en su tejado. Al final siempre termina derrumbándose y siempre aplasta al mismo: a ti.
Muchas veces la falta de tiempo, ir con la lengua fuera, el estrés, solo esconde una verdad: tenemos tantos malos clientes que tienen condiciones por debajo de nuestra línea roja, que no nos podrá ir bien nunca. No hasta que les subamos el precio o los eliminemos de nuestra cartera de problemas.
¿Qué es más importante? ¿facturar más o ganar más? da igual lo que ganes: si ganas tiempo, ganas; si ganas más dinero, ganas.
1ª lección del empresario: define tus marcas rojas, especifica los factores clave de éxito de tu negocio.
Si tienes problemas para hacerlo, contacta con nosotros. Queremos que ganes. Si o si.