No esperes que los demás acaten tus normas si no les explicas claramente en qué consisten. Y no esperes que vivan según ellas si tú tampoco estás dispuesto a llegar a un compromiso y adoptar algunas de las suyas.
Recuerda también que, aunque hayas aclarado tu posición desde el principio, los malos entendidos se pueden producir siempre. Por eso es tan importante la comunicación continua. Cuando se trata de normas, nunca des las cosas por sobrentendidas. Comunícate.